4 de enero de 2019
Déjame confesarte algo, espero algún día descubrir por qué empecé a escribir esto. Es decir, lo encuentro divertido, todo el tema de expresar lo que piensas, escribir cuanta estupidez se me ocurra, pero… al mismo tiempo no confío en él, casi como una corazonada. Fue una idea que me recomendó Simón, mi mejor amigo, luego de leer las anotaciones que copié aburrido en esa clase de 6:00 de la mañana. ¿Será algo infantil?, ¿inmaduro?, no lo sé. Sólo soy un chico de 23 años que gusta de la cerveza artesanal y la literatura, sí, de esas novelas ligeras que hablan sobre el tiempo y no tienen algún sentido.
Para empezar… ¿de qué puedo hablar?, ¿mi familia? A mi padre no lo conozco, todo sigue siendo un misterio para mí, en esa época un niño de 3 años no podía entender algo tan complejo como la muerte. Mi hermana, la voz de la razón y la mujer más amigable que existe sobre la faz de la tierra; nunca le haría daño, no me perdonaría si eso sucediera. Y mi mamá, la razón por la que me levanto cada día. Estoy cómodo con saber que ella siempre estará ahí, y más en esos momentos donde me sienta débil. Ella para mí lo es todo.
En este momento me encuentro bien, pero como dije anteriormente, tengo una sensación extraña.
Esto de escribir… podría continuar;
Manuel.