Tejiendo escudos:
la coraza de Gladys Puerchambud
Carolina Gutiérrez y Paulina Echavarría – Abril 2019
Ser un líder conlleva muchos sacrificios que por lo general son mayores para las mujeres. La idea tradicional de que la mujer es quien cuida la casa y los hijos, hace que sientan una doble presión por servir a su comunidad y velar por la sobrevivencia de su familia.
La música de fondo nos transporta a la tierra de nuestros ancestros donde conjuga el sonido de la flauta con el de los tambores; los colores con los bordados de los disfraces invaden el lugar. Ella habla pausadamente y transmite una dulzura de otrora. Sostiene su celular con el hombro y la oreja mientras sus manos están entretenidas con la paleta de sombras y la brocha con la que maquilla casi de forma mecánica a cada una de sus alumnas.
Llevaba toda la mañana de un lado para otro, ultimando lo que hacía falta para la muestra final de los bailes que había liderado a lo largo del semestre.
El baile permite que diferentes etnias y tradiciones indígenas del país se reúnan y compartan sus culturas.
Gladys Elena Puerchambud es una artesana por herencia y una luchadora de su comunidad Inga. Su tez tostada y contextura delgada no reflejan sus 31 años. Tiene la nariz pulida y su cabello negro azabache y grueso, típico de una mujer indígena. Cuando sonríe, refleja su timidez y cuando habla sobre sí misma se define: “Como si tuviera una coraza. Ante la gente me tengo que mostrar fuerte porque se aprovechan”.
Gladys ha luchado por mantener viva la tradición y desde hace un año es la figura máxima del Cabildo Indígena Universitario de Medellín. Una organización de más de 650 estudiantes indígenas residentes en la ciudad de Medellín, de carácter interétnico, interinstitucional e interdisciplinario que busca generar espacios de participación para una educación intercultural.
A sus 19 años tuvo la oportunidad de salir de su resguardo en Santiago, Putumayo, para estudiar Ciencias Sociales en la Universidad Nacional; un lujo en su comunidad pues a diferencia de otras niñas, sus padres siempre han apoyado su educación.
Su padre es un académico y líder en su comunidad y siguiendo sus pasos, Gladys logró crear políticas públicas que permitieron que su cabildo fuera reconocido para ofrecerle a los estudiantes los mismos derechos que tienen otros indígenas que están situados en Medellín.
Mi papá no quería que yo fuera gobernadora porque él sabía lo que implica estar en medio de estos procesos comunitarios, el sabe perfectamente que uno se gana muchos enemigos y así ha sido
Para Gladys, el papel de la mujer en el liderazgo indígena en Colombia está enfocado en incidir en los procesos comunitarios, en la formación tradicional, en la transmisión de la cultura y en guiar a otras comunidades y colectivos que permitan el crecimiento de todos con información adecuada y sentido de colaboración y apoyo mutuo.
En el actual Congreso, de 268 legisladores, solo 54 son mujeres. Es decir, la participación política femenina en el congreso en Colombia es del 19,7% y si hablamos de mujeres indígenas son pocas: Patricia Tobón Yugarí y Fany Kuiri Castro.
“Ser Gobernadora es prestar un servicio, es entregar todo por el bien de la comunidad, es trabajar por la realización del plan de vida de nuestros compañeros”
Para ella, hay muy pocas comunidades en el país que están basadas en un matriarcado y casi todas son patriarcados. Entonces, es el hombre el que dirige las comunidades y es desde ahí que se generan los líderes. Es el sabio, el taita, el chamán, el abuelo sabio, el médico tradicional y el gobernador.
Según el PNUD, Colombia ocupa el puesto 92 de 155 países en el Índice de Desigualdad de Género, una desigualdad que se extiende en todos los aspectos de la vida. Esto va desde aspectos como el acceso al trabajo, remuneración y labores del hogar, además un estudio adelantado por el DANE entre los años 2007 y 2010 desveló que el promedio de carga total de trabajo, incluyendo actividades remuneradas y no remuneradas, adelantado por las mujeres fue de 72,4 horas semanales y de 61,6 horas semanales para los hombres. Este 14% de diferencia, en horas de trabajo constatan no solo las dobles y triples jornadas que asumen muchas mujeres en Colombia, sino también la enorme invisibilidad de este trabajo en el hogar.
¿Considera que el liderazgos de mujeres depende de la comunidad a la que pertenece?
Pienso que el papel de la mujer indígena es, incluso, el mismo papel que tienen otras mujeres: hasta en otros lugares del mundo. Para el caso específico en Antioquia, en el departamento hay alrededor de 34 comunidades indígenas de todas partes del país y esto influye en el liderazgo que hacen las mujeres indígenas pues se ven enmarcadas en un proceso que culturalmente hablando no es el mismo para todas.
Para saber más sobre las comunidades indígenas en el Antioqueño, visita este infográfico
¿Cuáles serían las diferencias entre los tipos de liderazgos de las mujeres que no están en sus territorios y las que sí están?
La diferencia está basada en conocimiento que tienen las comunidades del territorio y esto incide de cierta forma. Sin embargo, la incidencia política, cultural, social, comunitaria, tradicional es igual porque todas la mujeres desarrollan procesos de caracterización diferentes, pero para el desarrollo comunitario y solidario es el mismo para todas pues la idea es apoyar a otras poblaciones minoritarias.
¿Ha sido amenazada por ser una líder indígena?
No. En el contexto de ciudad en el que estamos no he sido amenazada porque uno se encuentra rodeado de mucha gente y aquí es difícil identificar quién es un líder y quien no lo es. Uno es reconocido por las entidades públicas o privadas que están presentes aquí en la ciudad y que tienen un representante en Medellín, pero otras personas con intereses diferentes no logran identificarlo a uno.
Entonces cuando hay una líder indígena amenazada en el campo, ¿Qué consecuencias trae?
Trae miles de consecuencias. Pueden ser nocivas sobre todo por la afectación familiar porque si bien es claro que hay líderes indígenas pero también están sus familias, y estas no siempre apoyan el trabajo que realizan en términos comunitarios. Les da miedo que puedan ser víctimas de un blanco de catastrófico. Además, muchas veces hay desplazamiento forzado porque cuando un líder es amenazado tiene que salir del territorio y sus familias también salen con él. Para el caso de una autoridad que deja su comunidad la deja flotando, y permite que la comunidad se vuelva un blanco para otros agentes que quieran entrar en ella.
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¿Cree que hay una cultura machista a la hora de elegir a los líderes hombres frente a las mujeres?
Culturalmente en nuestras comunidades indígenas hay un sesgo sobre el machismo, podríamos hablar de que la mayoría de comunidades en Colombia son machistas. Hay muy pocas comunidades en el país que están basadas en un matriarcado y casi todas son patriarcados. Por lo general son hombres y es desde ahí que se generan los líderes. Son pocas las comunidades en las que las mujeres pueden ejercer estas tradiciones. En las comunidades tenemos parteras, curanderas pero en realidad si hay una diferencia grande y es por las tradiciones culturales indígenas que vienen de nuestros ancestros.
¿Por qué cree que hay una diferencia tan grande en el número de líderes indígenas hombres y mujeres?
Hoy en día, se está visibilizando mucho el renacer de la mujer indígena líder en todos los aspectos. Antes no se creía que podía haber una mujer gobernadora y a la fecha, por ejemplo en la comunidad Inga de Santiago de Putumayo, ya hemos tenido una gobernadora mujer que ha marcado una diferencia y aunque la cifra de líderes hombres es más alta, es una ventanita que se va abriendo. El liderazgo femenino ha crecido mucho a nivel nacional; antes no se creía que las mujeres podían tener incidencia política pero ahora sí. Nosotras hemos construido un marco muy referenciado sobre lo que se quieren para las comunidades, la defensa de los derechos que se puede hacer a partir de los procesos que las mujeres lideran en sus comunidades.
¿Qué diferencia su liderazgo al de los hombres?
Todos en nuestro cabildo Universitario en Medellín tenemos una meta que es acompañar a los estudiantes indígenas en el proceso académico, en que tengan una permanencia más fácil, que la alimentación pueda ser redirigida a las comunidades indígenas altamente necesitadas. Todos estamos en ese mismo marco.
La diferencia como tal no existe pero nosotras hemos aprendido a tomar esa palabra y a ser escuchadas. Sabemos que los hombres de nuestro cabildo tienen un conocimiento muy profundo porque conocen sobre los derechos, la cultura, el arte, las tradiciones: al igual que nosotras. Por eso no creo que el liderazgo se de porque eres hombre o porque eres mujer sino en la medida en la que quieras colaborar y ser solidario con las otras personas que lo necesiten y si tenemos un conocimiento que pueda defender a otros compañeros lo vamos a hacer sin importar si somos hombre o mujer.