Jaime Garzón no tenía más que sus ideas, su humor y sus palabras. Y por eso lo mataron, era un hombre peligroso para algunos: era capaz de que sus ideas, su humor y sus palabras se convirtieran en las mismas de millones. Alguna vez dijo: “Me gustaría que lo que yo digo ahora, valga por muchos años”. Es un milagro, porque fracciones de su mente, viven todavía. Resuenan y dan luz a nuevas ideas que podrían ser suyas si siguiera con vida. Si la empatía lleva a ponerse en otros zapatos, ¿qué sería necesario para estar en su cabeza?