Bastón de mando, el héroe silencioso de las comunidades indígenas

Autoridad, resistencia y autonomía. Estos son los principios que encarnan el bastón de mando, fiel compañero de la guardia indígena. Hecho de madera y adornado con elementos que profundizan su simbología, es la conexión con la madre tierra que impulsa a las comunidades a reivindicar sus derechos.

Sin decir una sola palabra, Dilson Borja levantó la mano en la que empuñaba su bastón de mando. La minga paró y un silencio sepulcral inundó el lugar. La comunidad sabía que con esta señal debían seguir ahí, firmes,  sin atacar. No podían dejarse provocar por el ESMAD pero tampoco podían bajar la guardia.

 

El 6 de junio del 2016, Dilson Borja se paró en medio de los fuertes enfrentamientos que se estaban dando entre La Policía, el ESMAD y la comunidad indígena en la vía Panamericana, carretera que comunica los municipios de Urabá con la ciudad de Medellín.

 

El calor era penetrante, la humedad sofocaba aún más las miles de peticiones que la guardia indígena y los resguardos de la región le hacían al Gobierno una y otra vez. Cansados de la violación a sus derechos, niños, mujeres y hombres salieron a la vía, todos unidos con el mismo fin. Y ahí estaba él, Dilson Borja, Guardia Mayor del Departamento de Antioquia, líder indígena del resguardo Jaikerazabi del pueblo Embera ubicado en el municipio de Mutatá. En su mano derecha llevaba un bastón de mando, su aliado, su compañero, el protector de su cultura y el legitimador de sus derechos. Dilson, al igual que todos los guardias indígenas de su comunidad, esperaba impaciente por reunirse con el Gobernador de Antioquia y los representantes del Gobierno para llegar por fin a acuerdos.

Mente, fuerza y alma, asemejados al cuerpo humano, componen los 100 centímetros del bastón de madera de árbol de café que lleva Dilson siempre consigo. Su madre se encargó de que el bastón de su hijo lo representara completamente al dejar unos tintes blancos entre el café oscuro de la madera pues, como ella asegura, “éste no había nacido ni blanco ni negro, pero tampoco tan moreno como sus hermanos”. Su empuñadura fue finamente tallada por el tío de Borja, que es Jaibaná, (sabio de la comunidad) quien se encargó de plasmar  el rostro de Mario Domicó en él, primer Gobernador Indígena del Departamento de Antioquia y fundador de OIA (Organización Indígena de Antioquia). “Es un orgullo portar el bastón con la cara de este mayor y con él entregar el conocimiento que tengo hoy”, asegura Dilson.

El tamaño del bastón varía según el cargo que tienen los integrantes de la guardia. Un mayor, por ejemplo, lleva un bastón de 120 centímetros, entre veinte y cuarenta más de lo que mide el bastón de un guardia raso.

Sobresalen, además, varias cintas de colores que forman la bandera de la OIA y que le dan vida a este símbolo de autoridad. Entre la diversidad de colores están siempre presentes el azul del agua que representa la vida, el rojo, que es la sangre de los mayores, el verde de los territorios y resguardos; y el amarillo del sol, considerado por su comunidad como el guía, su padre, el Dios Caragabí.

Anatomía del Bastón de mando.

En las comunidades indígenas el bastón es la manifestación de la fuerza del pueblo. Tiene un significado muy poderoso, es un cuerpo espiritual. Siempre debe portarse al lado derecho.  Simboliza el liderazgo que hay en el territorio y en la guardia. En embera se le llama Jaizati, que significa ¨protector de la tierra¨. “El bastón es la representación de la guardia para poder ejercer un mando dentro del territorio y fuera de él”, explica Dilson.

 

El bastón es su aliado, el cómplice de las luchas lideradas por hombres con sed de justicia, que trabajan día a día por el bienestar de su comunidad, la protección de los derechos y la búsqueda constante de respeto por parte de un Gobierno que en repetidas ocasiones los ha marginado. Pero no es solo un aliado que legitima el poder ante la justicia tradicional. En muchas circunstancias, el bastón ha estado en medio de la guerra, frente a frente con fusiles AK 47, pistolas nueve milímetros y revólveres  que se encuentran en poder de los grupos al margen de la ley como las disidencias de las FARC, el Clan del Golfo, las bandas criminales, entre otros grupos delincuenciales que han azotado a este país en distintos momentos.

 

Richard Sierra, consejero de la OIA y líder indígena del pueblo Senú del Bajo Cauca antioqueño, dice que por medio del bastón se está enviando un mensaje a los actores armados y al Gobierno. “Ante el fusil, la palabra. Las comunidades indígenas no actúan de manera violenta ni terrorista. Y el bastón es el vínculo con la madre tierra que nos ayuda a defenderla”, dice Richard.

Pero, ¿quiénes son merecedores de llevarlo? y ¿cómo se sabe que algún integrante de la comunidad será el portador de este mensaje de paz y autonomía frente a los demás grupos sociales?

Hace cinco años Dilson recibió su nuevo bastón de mando, momento en el que fue nombrado Guardia Mayor de Antioquia. “A mí me eligieron para capacitar a otros guardias y dar mis conocimientos a los que apenas están comenzando en escuelas de las comunidades y otros territorios del país”, explica. El compañero espiritual de Dilson, su bastón, es diferente y resalta a la vista de los demás. Es el de alguien que tiene autoridad ante todos los guardias. Además, representa a un territorio y aun grupo de personas.  En el departamento de Antioquia hay cinco mil guardias activos, entre hombres y mujeres.

 

A la edad de quince años Dilson recibió por parte de su madre, Gobernadora Mayor del Resguardo Jaikerazabi de Mutatá, lo que sería su símbolo de paz y su cuerpo espiritual. Ella decidió que Dilson debía ser guardia. Así comenzó una preparación en manos del Jaibaná de la comunidad que duró una semana, en la que seleccionan entre hombres, mujeres y niños aquellos que denotan ser merecedores del bastón de mando. Con abundante comida, rituales sagrados y noches en vela, los guardias son preparados para recibir su cargo. Después de aprobar los diferentes exámenes de conocimiento de la comunidad, entrenamiento y pertenencia a su pueblo indígena, se procede a limpiar el cuerpo con diferentes hierbas y posteriormente se limpia el bastón para finalizar con una ceremonia de armonización de cada uno de los guardias.

 

Cada bastón cuenta una historia y con cada uno se crea un vínculo único, sagrado, que debe ser respetado. Por eso, a la hora de su elaboración, se debe recurrir principalmente a los Taitas o, en el caso del pueblo Embera, los Jaibanás, que son los encargados de elaborar el bastón para cada integrante de la guardia. Borja lo explica: ¨La preparación de cada guardia es diferente según la comunidad y las costumbres que estos emplean para ser seleccionados y decidir quién debe portar con orgullo y responsabilidad el bastón¨.

 

Como un tatuaje en la piel que se lleva con orgullo, que cuenta historias, que tiene significado; un vínculo sagrado como lo es el matrimonio,  una promesa de amor eterno que se le hace a la pareja, así se concibe la relación entre guardia indígena y bastón de mando. Es un lazo eterno, sin rupturas, sin olvidos ni abandonos. Es un compañero fiel de luchas, de defensa porque para la guardia indígena no hay mejor aliado que su bastón de mando.

 

Richard Sierra asegura que la guardia indígena existe desde tiempos milenarios, donde los mismos integrantes de la comunidad luchaban por proteger lo que siempre les ha pertenecido. Sin embargo, la creación de la misma como un instrumento sólido y organizado de defensa de los territorios y las comunidades se dio a través de diferentes marchas (también denominadas mingas) por la reivindicación de sus derechos en cuanto a la tierra y el bienestar de sus integrantes ante el Gobierno.

 

Este, por diferentes razones, ha atacado a las comunidades, vulnerando sus derechos y despojándolos de sus tierras para la construcción de megaproyectos. Ejemplo de esto son las concesiones a compañías canadienses para la explotación minera en distintas zonas del país desde el 2011, en zonas que abarcaban territorios indígenas. El Gobierno también ha utilizado los recursos propios de las comunidades para la construcción de centros de salud o escuelas educativas sin tener en cuenta las peticiones de los pueblos para que su cultura no se pierda, como sucedió con el resguardo Caimán Nuevo de la comunidad Kuna Tulé, donde se realizó la construcción de un colegio para albergar alrededor de 450 estudiantes, cuando existen únicamente 30, en materiales que distan de creencias locales.

 

Fue Quintin Lame, líder indígena colombiano de la zona del Cauca y fundador del Movimiento Armado Quintín Lame,  a principios del siglo XX , uno de los primeros indígenas que comenzó a hablar de la necesidad de crear  las guardias para la protección de los territorios en Colombia. La guardia comenzó su desarrollo inicialmente en el Cauca. Posteriormente, Mario Domicó, el mayor cuyo rostro está tallado en el bastón de Dilson, impulsó la creación de la misma en Antioquia. Aunque la antigüedad de la guardia como es conocida hoy en día no es tanta, el bastón de mando sí es un elemento que ha acompañado a las comunidades como símbolo de autoridad y protección desde tiempos ancestrales.

 

La guardia somos todos dice Richard Sierra, lo que se puso en evidencia con la pasada minga nacional convocada por la CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) en marzo del presente año. Ha sido la minga más larga en la historia colombiana, aún más que la de 1999 con 15 días de disturbios. Esta vez, cada día del bloqueo representó alrededor de 1,500 millones de pesos en pérdidas económicas para los sectores productivos, según distintos gremios del Cauca*. Aunque los disturbios cesaron, el Gobierno y los mingueros continúan en diálogos. Más de 25 mil mingueros, entre los que se encontraban guardias indígenas de diferentes comunidades del país, decidieron salir a marchar y movilizarse con una misma idea, plan y causa: mostrar su descontento por el Plan de Desarrollo del actual Gobierno y el incumplimiento de pactos firmados en 2005, 2009 y 2014, bloqueando la vía Panamericana sin llegar todavía a acuerdos finales.

 

Richard ha podido presenciar y participar en distintos escenarios de mingas, grandes eventos que él como líder ha tenido que impulsar para poder ser escuchado, “la voz de los pueblos es la guardia”, dice. Así fue posible lograr que las comunidades indígenas tuvieran la autonomía como derecho colectivo, que emana de principios esenciales de la Constitución Política de 1991 como los establecidos en los artículos 7, 246 y 330, cuyos preceptos constituyen pilares fundamentales de su reconocimiento.

 

Pero, ¿qué pasa cuando un guardia muere?, ¿qué sucede con el bastón de mando? “El bastón es personal, es la esposa y uno no le presta la esposa a nadie”, asegura Dilson, indicando que cuando esto sucede, el bastón debe ser enterrado con él.

 

Fue precisamente en el marco de la marco de la Minga Educativa llevada a cabo para buscar la atención a los niños, niñas y adolescentes (NNA) del resguardo indígena Embera Katio en Chocó, realizada a principios del 2018, cuando fue asesinado el guardia indígena Eleazar Tequia Bitucay a manos del Ejército, sin razón alguna, el 26 de enero. Días después, al haber desarrollado las investigaciones pertinentes, la fuerza pública se dirigió a la Comunidad 18, lugar de los hechos, a pedir perdón por lo sucedido. Eleazar Tequia fue enterrado con su bastón después de los rituales llevados a cabo por su familia y los demás integrantes de la guardia*2.

 

Existen solo dos casos donde se puede heredar el bastón: el primero es cuando el guardia llega a una edad mayor y se encuentra con impedimentos físicos o mentales para llevar a cabo sus funciones, “es en ese momento cuando uno como padre toma la potestad de elegir a uno de sus hijos, pensar si es merecedor del bastón y entregárselo para que continúe con la labor de guardia”, dice Dilson. El segundo caso es cuando uno de los guardias es sobresaliente entre los demás, así que la comunidad decide que esta persona debe ser autoridad, y los guardias mayores le entregan el bastón de un mayor para incentivar su liderazgo. Dilson asegura que “ellos lo toman como un honor. Inmediatamente, esa persona es elegida como líder de un territorio o de la misma guardia”.

 

Ahora bien, la guardia está íntimamente ligada al sistema de justicia indígena, que va más allá de un castigo. En las creencias de los indígenas está salvar a los individuos y lograr que estos puedan reintegrarse a la comunidad. El sentido de la familia que tienen los pueblos indígenas está en poder permanecer unidos, sin perder su cultura. Ahí radica el poder de lucha y el trabajo colectivo por alcanzar el respeto de sus derechos ante la sociedad. Por eso, cuando la guardia captura a alguien que ha cometido un delito y en el resguardo se enjuicia, su castigo comprende un trabajo reparatorio a la comunidad.

Así es la defensa de la guardia, siempre al lado derecho. Para Leonardo Tomincó, Guardia Mayor Embera del resguardo Arcuadó Querazabe en Chigorodó, el bastón es intransferible, “uno debe de cuidar el bastón como si fuera su mujer”, el peso del bastón es individual, nunca otro guardia debe llevarlo. Leonardo asemeja la importancia del bastón con las armas que carga el Ejército o los grupos al margen de la ley. ¨Es un objeto que toma poder y se convierte en una extensión del ser humano¨.

 

Ver más sobre el Bastón de mando.

 

El trato especial que se le da al bastón es una costumbre milenaria que por años los guardias mayores han pasado a los que inician su carrera. Como ente de protección, el bastón es considerado un cuerpo que se asemeja al humano en todo sentido, este también posee espiritualidad. “Si alguien sin permiso ni autorización coge el bastón de un mayor o un guardia, puede enfermarse. Esto pasa porque todos los bastones están armonizados, son personales. Cogerle el bastón a un guardia es una falta de respeto a la comunidad, a los mayores”.

 

Luis Fernando Patiño, ingeniero de diseño de producto, afirma que, de alguna manera, el bastón está relacionado con las proporciones del ser humano, cabeza, cuerpo y extremidades. “Si uno mira el modulor de Le Corbusier, padre de la arquitectura moderna, se da cuenta que en el diseño de un producto, ciertas cabezas corresponden a las dimensiones del torso y ciertas otras a las dimensiones de la parte baja, de modo que cada parte cambia de medidas dependiendo de la distancia total del bastón, que en este caso es de un metro o un metro con veinte centímetros”.

 

Esta postura desde la parte de ingeniería del diseño de producto concuerda con el sentido espiritual y místico que le dan los pueblos indígenas al bastón de mando, y que en realidad va de la mano con el trato especial que este recibe por parte de los guardias cuando es otorgado.

 

A lo largo de la historia diferentes personalidades han sido merecedores de portar el bastón de mando, pero ¿por qué un presidente como Manuel López Obrador en México recibiría un bastón de mando de comunidades indígenas? Fueron 68 pueblos originarios de México los encargados de entregarle el bastón de mando a López Obrador, demostrando así el respaldo moral de la población indígena mexicana a su Gobierno, además de recordarle también el compromiso de López con las comunidades indígenas a fin de evitar la marginalización de las mismas. Además del presidente López Obrador, otros mandatarios como Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador) y Juan Manuela Santos (Colombia) han recibido este importante reconocimiento por las comunidades indígenas de sus respectivos países.

 

El bastón de mando no es un juego, es un compromiso, un pacto que se hizo con la comunidad, un estado activo de cada guardia donde siempre debe encontrarse atento a lo que pueda suceder.  Por eso, no llevar el bastón tiene consecuencias. Dilson recuerda un viaje que hizo al resguardo de La María, en el Cauca, para reunirse con los demás Guardias Mayores para recordar, en conjunto, los inicios de la guardia. El encuentro inició a las 3:00 am y Dilson, cansado del viaje, se dirigió a formación olvidando su bastón de mando. Esto le costó una severa sanción, fue amarrado de pies y manos en un cepo (el sitio tradicional de castigos en las comunidades indígenas), sin ropa alguna y después de mojarle todo el cuerpo le dieron azotes en la espalda con ortiga para recordarle que nunca debía apartar el bastón de su lado. ¨Nunca más volví a dejar mi bastón. Es mi tierra, mi mujer, el compañero espiritual que debe estar conmigo en todo momento¨.

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