Wilmar Vera
Hacia el 2008, un ex-alumno mío de la Universidad Católica de Pereira que se llamaba Alexander me invitó a participar en un negocio de explotación de carbón en Cesar. Él trabajó en el Congreso y allí hizo contactos para ese negocio.
Me pidió $100 millones y como no los tenía pues le dije que era difícil mi participación. Luego me dijo que podría empezar con 50 millones. Yo tenía mis dudas pero me encontré con el papá de este muchacho y él me alentó a que me metiera, que ellos lo iban a hacer también y que él, como abogado, había visto que el negocio era seguro.
Con ese aliciente vendí mi carro, pedí prestado, vacié las tarjetas de crédito y mi hermano vendió su carro y recogimos los 50 millones que pagamos en 3 cuotas.

No todos los caminos llevan a Roma
El Tiempo pasó, no veía que el negocio funcionara y un sujeto amigo de Alexander se presentó y me llevó a una mina en Cesar, con lo que vi que sí era real el negocio. En febrero de 2010, él llamó a varios socios a Bogotá y allí nos entregaron papeles de para empezar el negocio en 15 días. Allí conocí a varios socios de otras partes de Colombia.
El tiempo pasó, yo no veía movimiento y llamé a averiguar, el tipo de Bogotá no contestaba, ni a mí ni a otros socios. Ante el reclamo, me dijo que Alexander se había quedado con la plata y si me devolvía algo sería muy poco dinero.
Le reclamé a Alex y él me dijo que me respondía por los 50 millones, aunque 20 millones de esos se los había robado un tipo en Bogotá que lo amenazó y por eso regresó a Pereira. Yo dejé eso así porque tenía la promesa de que me pagaría, además él quería ser concejal y con el grupo político y el papá de él esperaban llegar al concejo y pagarme con contratos.

El final de un inicio inesperado
En diciembre de 2010 regresé a Medellín a trabajar en la Corporación Universitaria Lasallista, en Caldas. Yo cada 15 días llamaba a Alex para ver cómo iba lo del pago y me decía que su candidatura iba bien. Que estuviera tranquilo.
El 18 de marzo de 2011 fue asesinado en un restaurante del centro de Pereira. El sicario huyó y lo atraparon en Dosquebradas. Ese año la Defensoría del Pueblo me llamó para que le contara qué sabía del caso. Ese año no pasó nada.
El 14 de febrero de 2012 el sicario milagrosamente recordó los detalles del “negocio” donde un tal Wilmar Vera, bajito, mayor de 40, con sobrepeso y sin más rasgos físicos, lo había contratado por 15 millones para matar a Alex. De intermediario estuvieron dos sujetos, uno de los cuales acompañó al sicario a conocer al determinador.
La SIJIN “investigó” lo expresado por el sicario en el principio de oportunidad y el 7 de junio de 2012 me detuvieron en Lasalle y me llevaron en avión a Pereira. Al día siguiente legalizaron mi captura, a pesar de que el sujeto que describió el sicario no se asemejaba a mi, pues mido 1.76, en esa época era delgado y uso bigote desde los 23 años.
Aún así me mandaron a Armenia, porque en Pereira había un “cómplice” ya detenido. Igual ese día detuvieron a otro “cómplice” que vi por primera vez ese año el 8 de junio.


Los minutos son cadáveres
Conocí al sicario en la cárcel. Me contó que él tuvo negocios de lavado de plata con Alex y que lo mató porque le dieron 800 millones y no les pagó.
Pasé casi 30 meses detenido; nueve fiscales pasaron por mi caso porque ninguno se atrevía a sostener esa mentira. La Fiscalía no investigó el crimen ni las otras líneas de hipótesis del caso, los medios en Pereira me habían condenado por anticipación, el caso tenía un componente de corrupción política que involucraba a un político ladrón de Risaralda.
Salí absuelto el 1 de octubre de 2014 y en segunda instancia en 2020.









